El genio sordo

Cuentan los historiadores melómanos que Ludwig van Beethoven, uno de los compositores más grandes de la historia, sufrió en silencio los efectos de una sordera que iba lentamente dejandole sin audición, algo que le torturó durante muchos años de su vida.

Se cree, por lo que se deduce de algunas cartas manuscritas, que en 1818 ya estaba completamente sordo y que sólo podía comunicarse con sus amigos y visitantes escribiendo en libretas aquello que querían comunicarle.

En ese mismo año, 1818, lejos de rendirse, abandonar o dejarse vencer por la falta de audición, acepta el encargo de la sociedad filarmónica de Londres y comienza a componer su 9ª Sinfonía, que finalizó 6 años más tarde.

Esta sinfonía, es una de las piezas musicales más bellas que se han creado en la historia, una joya musical que rompió moldes y que supuso un antes y un después en la historia de la música, 65 minutos poderosos, llenos de fuerza, de melodías y mensajes llenos de sentimiento, con un cuarto movimiento coral sublime, una oda a la alegría y a la unión de los seres humanos…

Cuentan que en su estreno, el 7 de Mayo de 1824 en Viena, Beethoven, al no poder escuchar su obra maestra, leía la partitura en el backstage mientras en su mente imaginaba cómo serían esos sonidos que había dibujado en un papel. Al finalizar, el aplauso del publico fue tan atronador, que uno de los solistas, al observar que el maestro seguía impasible con su mirada fija sobre la partitura, le tocó en el brazo para que pudiese ver al publico en pie moviendo sus manos y con caras de intensa emoción por lo que acababan de escuchar.

Esa fue la última aparición publica que se recuerda de Beethoven, que murió en su casa de Viena 3 años más tarde.

Óscar Cebollero

 

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