Sin esperar nada

El escozor de sus heridas le había llevado a proteger su alma, a tejer a su alrededor una coraza dura como el acero, evitando así que cualquier seductor pudiese atravesar sus limites.

La culpa la tenían ellos, por aprovecharse de su noble corazón, por las promesas incumplidas, por los falsos te quiero, por la más dura traición con la que se puede castigar a una mujer que te ama con todo su alma.

Son muchos los días en los que tiene que pelear con la soledad, la añoranza y la melancolía, pero se siente fuerte, empoderada, ya no hay dolor ni rencor y siente la paz interior que le otorga saber qué ella es lo más importante y a quién de verdad ama.

Sin esperar nada, es consciente que algún día aparecerá ese alma capaz de acariciar su corazón, de atravesar esa coraza que hoy le protege, de sentirse amada y seducida, mientras tanto, la vida sigue como ella quiere, sin esperar nada…

Óscar Cebollero

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